Las visiones sociológicas y geográficas de la economía destacan que ésta no puede ser analizada de manera aislada ni como un sistema abstracto de intercambios, sino que está intrínsecamente relaciones sociales y de poder que se dan en un territorio, una comunidad o región. Esto implica comprender la economía como una construcción en constante cambio, influenciada por intereses, relaciones de poder y conflictos. En el caso de la Araucanía, la constitución social de su economía ha sido moldeada por la interacción de factores históricos, culturales y socioeconómicos desde siempre, aunque su configuración actual perece tener su origen a fines del siglo XIX.
La constitución de la Araucanía como territorio económico revela un panorama complejo, que puede rastrearse hasta el período de colonización u ocupación del territorio que era habitado y por el Pueblo Mapuche. La llegada de inmigrantes europeos y chilenos transformó la economía y la estructura social de la región generando un nuevo orden. Por ejemplo, la elite comercial desempeñó un papel fundamental en la consolidación de Temuco como centro comercial y en la introducción de nuevas actividades económicas.
Se formó una elite comercial enfocada en el comercio de productos agrícolas y maderas, estableciendo redes comerciales a nivel local e internacional. Además, promovieron la modernización de la infraestructura y la creación de instituciones financieras y de crédito. Sin embargo, este proceso también generó tensiones y desigualdades sociales con las comunidades preexistentes y los sectores más desfavorecidos.
En resumen, la economía que hoy vemos en la Araucanía se ha configurado desde la colonización y la formación de una elite comercial que unió intereses militares, políticos y experiencias migratorias y culturales. Sin embargo, esta construcción no puede ser analizada sin considerar los contextos históricos, culturales y socioeconómicos más amplios. La economía está fundada en las relaciones sociales, las desigualdades y los conflictos existentes desde entonces en la región. Comprender esta interconexión es fundamental para abordar los desafíos y las oportunidades que la Araucanía enfrenta en el siglo XXI.